Puede considerarse como la madre de la enfermería como ciencia a la italiana Florence Nightingale, que nace en el seno de una familia acomodada el 12 de mayo de 1820.
El carácter y vocación de Florence, pudiera considerarse excéntrico para las costumbres de la época, pero quizás ese comportamiento se debe a las convicciones e ideologías de sus padres; por ejemplo: su padre Sir William estaba fuertemente involucrado en el movimiento contra la esclavitud, así mismo, era fiel creyente de que las mujeres especialmente sus hijas deberían tener una buena educación; por tal motivo Florence y su hermana aprendieron latín, griego, historia y matemáticas teniendo como maestro a su padre y a su tía.
Es principalmente en el campo de la matemática donde Florence hace grandes avances que le llevarían a realizar aportaciones importantes en el campo de la clínica, para ese entonces a las mujeres se les reservaban únicamente las tareas domésticas, por ello se atreve a rogarles a sus padres que la dejaran estudiar matemáticas en vez del trabajo repetitivo y la práctica de cuadrillas; tras grandes batallas emocionales, logró que su padre le asignara tutores en matemáticas entre los que se cuenta a J.J. Silvestre.
Sin embargo, de acuerdo a las costumbres de la época, a su madre Fanny le preocupaba encontrar un buen marido para sus hijas, despreciando los conocimientos adquiridos por Florence. Ella tenía el firme propósito de casar a su hija aduciendo: “Qué utilidad tendrían las matemáticas para una mujer casada?”, por ello se indignaba cada vez que Florence rechazaba a los candidatos propuestos y su fuerte inclinación por el servicio público.
Así, entre la oposición de sus padres y su propia vocación pasaron 7 largos años durante los cuales dejó pasar la oportunidad de casarse y formar un hogar. Al respecto diría al rechazar a uno de sus pretendientes Richard Moncton Milnes: “Yo tengo una naturaleza moral y activa, que requiere satisfacción y eso no lo encontraría si pasara la vida en compromisos sociales y organizando las cosas domésticas”.
Al llegar a los 23 años descubre su verdadera vocación, comunicándoles a sus padres su deseo de convertirse en enfermera, ante su deseo encontró fuerte oposición, debido a que ésta profesión no era bien vista en la sociedad y se asociaba con las mujeres de clase trabajadora.
Al convencer a sus padres de que no iba a cejar en su intento de convertirse en enfermera; su padre casado entonces con otra mujer, la inscribe en los mejores colegios no sólo de Inglaterra, sino de varios países por lo que inicia sus estudios en el Instituto de San Vicente de Paúl en Alejandría Egipto; para continuar en el Instituto para Diaconisas Protestantes de Kaiserswerth, Alemania.
Mientras cursó su carrera de enfermera tuvo la oportunidad de visitar diferentes hospitales en Italia y Egipto, observando las diferencias y necesidades que se vivían en los hospitales, haciendo anotaciones que la llevarían a escribir sus libros Notas de Hospital y Notas de enfermería, ambos libros publicados hasta 1859, con ayuda de algunos amigos del TIMES; además, estos libros marcaron la pauta de la enfermería moderna.
En 1852 consiguió trabajo de Administradora en un pequeño sanatorio para damas inválidas en la calle de Harley de Londres, Inglaterra; en esa época pudo demostrar su eficiencia y capacidad transformando éste pequeño sanatorio en uno de los mejores hospitales de Inglaterra.
En 1854 estalló la guerra Franco Rusa en Crimea. Tras escuchar noticias acerca de las deficientes condiciones sanitarias que imperaban en el Hospital de Üsküdar, envió una carta al secretario de guerra británico ofreciendo sus servicios como voluntaria. Al recibir una respuesta afirmativa, emprendió el viaje acompañada de 38 enfermeras al frente de batalla. Al llegar a Crimea pudieron constatar el deplorable estado en el que se encontraba el hospital, que no era otra cosa que Galeras con catres amontonados y cero limpieza, con mala comida y casi sin medicinas.
A pesar de contar con pocas enfermeras llegaron a atender a más de 5,000 heridos. Ante tal situación escribió al secretario de guerra para solicitar su apoyo, de ésta manera pudo arreglar el hospital y con su ejemplo y capacidad reclutó a todo un ejército de enfermeras voluntarias, bajando considerablemente la tasa de mortalidad entre los enfermos y heridos. Al terminar la guerra en 1856 regresó a Londres en donde fue recibida con mil honores; sin embargo, rechazó el premio como heroína nacional diciendo: “Sólo he cumplido con mi deber como ser humano”.
Uno de los grandes aportes que hizo a la organización del trabajo en la salud fue el desarrollo de la fórmula de modelo de estadística hospitalaria, para que los hospitales recolectaran estadísticas confíales de natalidad, morbilidad y sus causas; para ello aprovechó sus conocimientos en matemáticas inventando incluso un sistema de logaritmos; base principal del estudio estadístico que sirve para representar numéricamente un fenómeno social, mismo que podía ser medido y analizado, proporcionando un marco de organización para controlar, aprender y con ello mejorar la práctica quirúrgica y hospitalaria. Además de ello, inventó el sistema de representación gráfica de datos denominado el diagrama de Área Polar, muy parecido a la representación gráfica que hoy conocemos como de pastel. Su libro Notas de hospital se convirtió en el libro de texto para enfermeras traducido en multitud de idiomas.
Antes de iniciarse en la enfermería, Florence trabajó como tutora de niños en la especialidad de matemáticas, elaborando planes de clase en los que se incluían problemas de la vida diaria de los niños que ella enseñaba. Su método de enseñanza se basaba en el cuestionamiento, el análisis y la obtención de conclusiones.
Probablemente se le puede considerar una de las propulsoras del movimiento feminista al cuestionar el rol de la mujer, planteando la necesidad de que las mujeres se instruyan “Se supone que las mujeres no deben tener una ocupación suficientemente importante para no ser interrumpidas; ellas se han acostumbrado a considerar la ocupación intelectual como un pasatiempo egoísta, y es su deber dejarlo para atender a alguien más pequeño que ellas.”
En 1860 con un fondo recolectado como tributo a sus servicios en Crimea, fundó la escuela y hogar para enfermeras Nightingale en el Hospital St. Thomas de Londres, la inauguración de esta escuela marca el inicio de la formación profesional en el campo de la enfermería; gracias a sus esfuerzos la enfermería ha sido una profesión médica con un elevado grado de formación e importantes responsabilidades.
A pesar de su dinamismo y entusiasmo, Florence conoció los rigores de las enfermedades, en 1872 se retiró del servicio activo; en 1895 quedó ciega y más tarde perdió otras facultades, al grado de que recibió cuidados de tiempo completo, estando completamente inválida vivió otros 15 años más; durante este tiempo, en 1908, le otorgaron la medalla al mérito, honor rara vez otorgado a una mujer. El día 13 de agosto de 1910 fallece Florence a la edad de 90 años.
La vida de Florence Nightingale fue apasionante y comprometida con una profesión bella y floreciente, pero a la vez muy sacrificada al grado que prefirió el servicio público que la propia satisfacción personal de formar una familia propia al lado de esposo e hijos.
Luchadora incasable de su propia libertad y oportunidad de adquirir conocimiento, oportunidad que pudo obtener al provenir de familia acomodada, quizás por ello pudo obtener apoyos de personas importantes como el Ministro de Guerra, claro está que en el desempeño de su trabajo contó mucho su esfuerzo, eficiencia y tesón, en una época en que imperaba la discriminación de la mujer, no olvidemos que parte de su ideología es heredada por un padre de ideas liberales para su tiempo.
Su mayor aportación es sin duda, la dignificación de la profesión de enfermería y la formación de enfermeras con alto grado académico y responsabilidad médicas; así como también, los primeros estudios estadísticos hechos en hospitales, mismos que como sabemos en la actualidad son de gran importancia para los estudios clínicos y diagnósticos que elaboran los médicos.
Sin embargo, y de acuerdo a la información que recopilamos se da a conocer que ella menospreciaba en mucho la labor efectuada por los primeros médicos mujeres, considerando que la profesión del médico debía ser única y exclusivamente del hombre; es por ello que las pocas mujeres médicos de ese tiempo, recibieron muy poco apoyo por parte de ella, pudiendo observar aquí una discriminación de la mujer por la mujer misma, situación que en la actualidad aún perdura en muchos ámbitos laborales.
Del “AUXILIAR DE CLÍNICA” al “TÉCNICO EN CUIDADOS AUXILIARES DE ENFERMERÍA”
Años 60
Aparición de los primeros Auxiliares de Clínica, sin formación académica alguna exigida. Bajo la dependencia funcional y supervisión de los A.T.S. se dedican a cubrir las necesidades más básicas de los pacientes.1973
Aprobación del Estatuto de Personal Sanitario No Facultativo de la Seguridad Social (Orden del Ministerio de Trabajo de 26 de Abril de 1973) en el que por primera vez legislativamente se recoge la figura del Auxiliar de Clínica.1975
Inicio de la formación profesional del Auxiliar de Clínica con la puesta en marcha del Título de Formación Profesional, Rama Sanitaria (FP I).1984
Exigencia del título de FP, Rama Sanitaria (FP I) a todos aquellos trabajadores Auxiliares de Clínica que pretendan trabajar en instituciones sanitarias de la Seguridad Social.1986
La Orden de 26 de Diciembre de 1986 del Ministerio de Sanidad y Consumo crea la categoría profesional del Auxiliar de Enfermería sustituyendo a la de Auxiliar de Clínica, produciéndose así la plena integración en los equipos de enfermería.1990
La Ley Orgánica de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE) produce cambios importantes en la enseñanza reglada de la FP en España. Mediante los Decretos 546/1995 y 558/1995 se establece el currículo formativo y la nueva denominación del título: Técnico en Cuidados Auxiliares de Enfermería.Video imagenes exposicion Florence Nightgale